Se trata de una interacción activa con los efectos de la luz, el agua y el movimiento para reinterpretar el fenómeno conocido como el “entrelazamiento cuántico”.
A través de una experiencia estética, “Dos cubos entrelazados” ilustra cómo una partícula puede unirse a otra, generando un vínculo “inexplicable” que persiste incluso cuando ambas se encuentran en extremos opuestos del universo.
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