El misterio comienza a resolverse al contemplar el entorno de la obra. Esa es la mayor gracia del arte en el espacio público. Cómo complementa la escultura su lugar de emplazamiento y como éste entorno aporta a ella, además, de la siempre libre interpretación de cada transeúnte. No por nada el mismo autor ha dicho: “Tener una obra en el espacio público habla de lo democrático que llega a ser el arte. Está a disposición de la ciudad, del paisaje, de la gente, de todos”.
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