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septiembre 2, 2024

Vicios y miradas: Sobre Dos soledades de Gastón Carrasco

Hay un pasaje bíblico que viene a mi mente luego de haber terminado la lectura de Dos soledades, último libro de Gastón Carrasco. Lo narrado sigue este orden: por accidente, en medio de su trabajo, Noé descubre la tentación del vino. Luego de plantar una viña, este termina bebiendo el vino a trompicones, cayendo desnudo en su tienda completamente borracho. Sus hijos, confundidos, lo buscan, y para maldición suya, Cam logra encontrarlo antes que sus hermanos.

Por Víctor González Astudillo 

La Biblia no nos dice nada sobre el encuentro, pero podemos imaginar, acaso, una risa nerviosa, una cara tensa, un par de ojos insomnes que olvidan la forma en que se pestañea. Del rostro al pecho, de los hombros hasta las manos, de los dedos hasta la pesadilla fálica que expulsa a quien lo mire de todo orden posible, como una estocada en la garganta, como un rubor febril que incinera todo. Entonces, el hijo menor, en un ánimo desconocido, avisa a sus hermanos y estos ayudan al anciano. Lo cubren sin mirar su cuerpo desnudo, como si supieran la ley antes de que esta sea escrita. El resto es liturgia y doctrina. Cam es maldecido, los hermanos bendecidos. De alguna forma, la mirada se vuelve motivo para la historia literaria.

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