Carla Motto, artista visual y doctora en Filosofía, explora la relación entre cuerpo, tecnología y territorio a través de su multifacética obra. Co-fundadora de colectivos como Electros y Sonoras, su trabajo destaca por integrar arte y resistencia, creando experiencias inmersivas que abordan temas críticos contemporáneos.
La artista Carla Motto (1982) es una figura clave en la escena artística contemporánea chilena. Su trabajo no solo desafía las convenciones del arte, sino que también invita a los espectadores a participar activamente en la creación de un futuro más justo y equitativo. Su obra testimonia el poder del arte como herramienta de resistencia y reflexión crítica.
“No me identifico como una artista de galería, ya que mi arte no se centra en la comercialización. Prefiero desafiar los límites establecidos, promoviendo una visión más horizontal y en red de la sociedad y del aprendizaje”, declara.
Desde sus inicios en las artes visuales y la fotografía, ha expandido su enfoque hacia las artes mediales, abarcando diversas problemáticas tecnológicas y desplazamientos visuales desde el cuerpo. “Mi formación inicial es desde las artes visuales y la fotografía en particular. Esa es mi base. Con el tiempo, he ido indagando sobre las artes mediales y las problemáticas tecnológicas, pensadas siempre desde el cuerpo como génesis”, explica.
Agrega: “Dependiendo de la naturaleza de los proyectos, las búsquedas me llevan por diferentes derivas materiales y mediales. Dependiendo de la potencia o la índole de ese trabajo es que van apareciendo estas otras capas multimediales. A veces, no lo puedo resolver solo a través de la fotografía, o solo a través del sonido, y dependiendo de la potencia o la índole de ese trabajo es que van apareciendo estas otras capas multimediales”.
Esta combinación de disciplinas no sólo ha enriquecido su práctica artística, sino que también amplía las posibilidades de interpretación y participación del público. Al integrar elementos de la fotografía, el sonido, la tecnología y la intervención comunitaria, entre otros, Carla es capaz de crear obras visualmente impactantes y profundamente significativas.
“El arte es una herramienta poderosa para el cambio social. A través de mi trabajo, busco crear espacios de reflexión y acción, donde las personas puedan cuestionar y transformar su realidad”, manifiesta.
Arte y territorio
La relación entre arte y territorio es otro de sus intereses investigativos, puntualmente explorar cómo los espacios geográficos y las comunidades que los habitan influyen en la creación artística. “El territorio no es solo un lugar físico, sino también un espacio de memoria y de resistencia. A través del arte, podemos reivindicar esos espacios y dar voz a las comunidades que han sido silenciadas”, explica.
Esta visión se refleja en varios de sus proyectos donde trabaja directamente con sus habitantes para crear obras que transmitan sus historias y luchas. “Hay una problemática de eje central que tiene que ver con cómo los diferentes territorios han sido fracturados por el ‘progreso’”, reflexiona. “Busco espacios comunitarios en donde se trabaje desde el trabajo con la tierra, principalmente como resistencias alimentarias; donde todavía se conserven ciertos modos de resistir a ese progreso o resistir a esos cambios dramáticos que finalmente terminan anulando posibles lugares donde cultivar”, declara.
Este enfoque no solo busca preservar modos de vida tradicionales, sino también dignificar los modos de cuidado colectivo: “Trabajo mucho esto en relación a los alimentos y a la autonomía alimentaria como acto de resistencia y dignidad. A propósito de la protesta, la olla común, que aparece como un elemento fundamental en mi trabajo como una manera de cuidarnos, de protestar, de hacernos cargo a través de políticas comunitarias, de los cuidados con otras y otros”, añade.
Uno de sus proyectos más significativos en este sentido es “Apertura de proceso: Cuerpos insubordinados y otros paisajes”, donde Motto despliega una metodología de apertura de procesos, invitando a la interacción y a la reflexión colectiva. “Siempre hay etapas de mi trabajo en donde despliego esta especie de cocinería. Invito a las espectadoras y espectadores a intervenir y opinar directamente sobre estas preguntas que yo me hago. Y luego se generan otras experiencias que son más inmersivas, en términos autorales, todo es autoral, pero luego de recoger esta especie como de polifonía que genero con las otras personas”, explica.
Esta exposición que se exhibió en 2021 en el Centro Cultural de España, ponía atención en las prácticas y los saberes vinculados a actividades productivas, tanto en Chiloé (Chile) como en Valencia (España), lugares en los que ha podido profundizar gracias a la investigación realizada a través de las residencias artísticas Cultura Resident y Comarca Contuy.
Cruces interdisciplinares
Carla es además co-fundadora de Electros, colectivo que se dedica a proyectos de experimentación e investigación enfocados en las relaciones entre arte, cuerpo, tecnología y sonido. También forma parte del núcleo de investigación Acontecimientos Corporales, donde investiga el cuerpo desde cruces interdisciplinares, y de la colectiva Sonoras, que se enfoca en acciones de activación callejera a través del sonido.
Más allá de sus proyectos colectivos, ha participado en numerosas residencias artísticas, exposiciones, conferencias y publicaciones tanto en Chile como en el extranjero. Actualmente, trabaja en un libro titulado “Quemar el miedo”, que se enfoca en políticas de resistencia histórica, memoria y derechos humanos, desarrollado en colaboración con mujeres y disidencias en Chile y México. “Este proyecto lleva dos años y medio de desarrollo y ahora se lanza el libro en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, tiene que ver con estas políticas de resistencia histórica, con mujeres y disidencias, con memoria y derechos humanos. ”, adelanta.
En paralelo a su producción artística ha impartido clases desde sus inicios, en distintos espacios educativos, entre ellos la Facultad de Artes de la Universidad Finis Terrae donde es hoy académica, en donde despliega su compromiso con la enseñanza igualitaria y la conciencia social. En sus palabras:
“Mi práctica artística, mi enfoque docente y mi compromiso con la comunidad están intrínsecamente entrelazados. He tenido la oportunidad de enseñar en diversos contextos, desde instituciones hasta comunidades con recursos limitados, y mi enfoque de enseñanza siempre ha sido el mismo. Es esencial reconocer que el capital cultural no se limita al acceso a instituciones culturales o a la educación formal, sino que también se encuentra en la forma en que nos desenvolvemos en un entorno diverso y desafiante”.
El territorio no es solo un lugar físico, sino también un espacio de memoria y de resistencia. A través del arte, podemos reivindicar esos espacios y dar voz a las comunidades que han sido silenciadas.