La exposición “Lecaros/Zamora – Dos Grabadores”, inaugurada el lunes 2 de septiembre en el Museo Internacional de la Gráfica de Chillán, reunió 55 obras que evidenciaron la riqueza técnica y expresiva del grabado contemporáneo. Organizada con el auspicio de la Ilustre Municipalidad de Chillán y el respaldo del director del Museo, Luis Arias Estrada, la muestra formó parte de las actividades del Mes del Grabado, que concluyó con un homenaje al artista Hernando León, fundador del museo.
La exhibición propuso un diálogo entre dos creadores de sólida trayectoria: Héctor Lecaros y Alberto Zamora, cuyas obras recorrieron técnicas como la litografía, el aguafuerte y la risografía, en un cruce entre la tradición gráfica y los lenguajes actuales.
En particular, la serie presentada por Alberto Zamora -académico de la Facultad de Artes de la U. Finis Terrae- destacó por su potencia simbólica y la madurez de su lenguaje visual. Sus imágenes, marcadas por atmósferas densas y figuras en tensión, fueron descritas por el curador Pedro Sánchez como una serie de confrontaciones:
“(…) porque sus personajes se encuentran, enfrentan y confrontan de diferentes maneras: con ellos mismos y con otros; con variados elementos y entornos; con lo más oscuro y con lo más luminoso; con sinuosos umbrales de entrada y de salida; con sutiles y complejas gamas de grises y claroscuros que sólo alguien con el oficio y la dedicación de este artista gráfico puede multiplicar a sus anchas y, así, abrirnos a tantos y tan sugerentes escenarios donde se sitúan esas confrontaciones entre nosotros y el mundo (…) Uno de los personajes de esta serie es un luchador solitario, un pugilista que nos invita a subir a ese cuadrilátero que es la vida y confrontar, cotejar, examinar y sortear las contradicciones que vamos construyendo con nuestras propias luces y sombras, con nuestros sueños y pesadillas, con nuestros logros y fracasos, con nuestros reflejos en el espejo”.
La exposición incluyó además actividades complementarias como un conversatorio con artistas de San Carlos y Concepción, y un seminario en torno al monotipo, que extendieron la reflexión sobre el grabado como un campo en constante transformación.